La humanidad ha demostrado una capacidad enorme para hacer frente a una amenaza global como la pandemia de la COVID-19… Pero hay otras que nos afectan desde hace tiempo con cifras de muertes escandalosas. ¿Hemos aprendido algo? Las comparaciones son odiosas, pero también reales.
La humanidad se está enfrentando en el último año y medio a una situación realmente grave y complicada. La cifra de muertes supera los 4.550.000 fallecimientos a nivel mundial. Una enorme tragedia que dejará cicatrices y heridas abiertas durante mucho tiempo. Esta pandemia está suponiendo una auténtica prueba de fuego a todos los niveles: científico-sanitarios, relaciones internacionales, capacidad de respuesta logística, suministros; por supuesto, también a la dimensión humana a la que nos está afectando en múltiples niveles. Una tragedia sin paliativos a la que se está tratando de hacer frente en un esfuerzo coordinado que si bien es a todas luces muy mejorable, está suponiendo un hito histórico en cuanto a la capacidad de respuesta ante una situación crítica planetaria.
Una situación que si bien no es novedosa dado que a lo largo de la historia nos hemos tenido que enfrentar a otras pandemias, sí lo es para una generación de profesionales de varias disciplinas que se ha visto marcada y por momento superada. De hecho, a nivel de opinión pública se considera que no hay situación más grave que la vivida en estos tiempos de la COVID-19, situándola al mismo nivel que las contiendas bélicas del siglo pasado.
La capacidad de relativizar del ser humano está en función de la novedad de cada impacto que recibe. Así, consideramos como realmente grave aquello que nos sucede para lo que no estábamos lo suficientemente preparados. Sin embargo, tenemos una capacidad anestésica tremenda que no nos permite apreciar en toda su dimensión otras tragedias incluso de impacto mayor.
Según la OMS, al año la contaminación provoca 7.000.000 de muertes, ¡más del doble que la COVID-19! Para nada minimiza las cifras de la pandemia sanitaria, ni mucho menos. Pero lo que se hace es poner sobre la mesa que si con mucho esfuerzo, sufrimiento y sacrificio estamos siendo capaces de doblegar una amenaza mundial, el mismo ímpetu debe llevarse a cabo para vencer a otro problema que en términos de muertes anuales es mayor.
No solo de muertes. Las consecuencias económicas provocadas por la contaminación no las tenemos en cuenta porque las descontamos en nuestros cálculos. La actual pandemia está provocando una recesión mundial motivada por un parón brusco de la actividad acometido para hacer frente al virus. Pero es que en un futuro no muy lejano los próximos confinamientos puede que sean por cuestiones medioambientales relacionadas con el cambio climático. No es descartable que para lograr descender tasas de emisión de CO2 tengamos que hacer frenazos que, tal y como se ha visto ahora, son efectivos para recuperar niveles.
Hemos sabido reaccionar con cierta prontitud ante una amenaza global que ha aparecido sin previo aviso. Las evidencias de las graves consecuencias del cambio climático las conocemos desde hace tres décadas. No podemos decir que no vayamos alertados. Sin embargo, la tibieza de las reacciones sigue siendo escandalosa prevaleciendo intereses económicos por encima incluso de las vidas humanas. Parece que solo reaccionamos si se nos golpea por sorpresa. Esperemos que ninguna consecuencia de la situación medioambiental actual venga de esa manera. Bueno, perdón, el virus ya ha sido una de ellas. Demostremos, pues, que eso que nos define como seres humanos, la inteligencia, sirva para aprender la lección de una amenaza global para aplicar las enseñanzas en superar otra que, de hecho, es más grave.
Solo teniendo en cuenta las tres dimensiones de la sostenibilidad estaremos en disposición de hacerle frente. Busquemos soluciones medioambientalmente correctas, económicamente viables y socialmente comprometidas. Demostremos que sabemos emplear la solidaridad y la búsqueda del beneficio mutuo, es decir, el beneficio global y que será no solo para la humanidad, sino para todo el Planeta.