Post pandemia y sostenibilidad
21 de martxoa de 2024Como descarbonizar las ciudades
21 de martxoa de 2024A mediados del siglo XX, el 25 % de la población mundial vivía en ciudades. Hoy en día es el 50 %. Y para mediados de este siglo será el 75 %. Este crecimiento urbano está provocado por el aumento de la población y por el incremento de la productividad agraria a casusa de la mecanización, que provoca grandes flujos migratorios del campo a las ciudades sobre todo en los dos colosos asiático, India y China.
Las ciudades suponen el 3 % de la superficie del planeta, pero consumen 2/3 de la energía y producen el 80% de las emisiones del CO2. Una persona que se urbaniza multiplica por 10 su consumo energético. El 70 % de esos gases son emitidos en la propia ciudad y el 30 % en producción para la ciudad. Ese 70 % urbano se distribuye en un 20 % por el transporte, 20 % en edificios y 30 % por consumo urbano.
Todo ello ha dado como resultado que a partir de los años 80 estamos consumiendo más de lo que el planeta nos puede dar. De momento estamos tirando de reservas, de lo que literalmente el planeta ha ahorrado en forma de depósitos. De hecho, somos ya la generación que está consumiendo los recursos de la siguiente.
La urbanización parece irrefrenable. El factor condicionante es la legítima aspiración de todas las personas a mejorar su calidad de vida. Es la fuerza que nos hace avanzar. Pero deseamos la calidad de vida que se nos ha inculcado durante años. Hasta que no seamos capaces de entender que otra calidad de vida es posible, será difícil que seamos capaces de gestionar el cambio necesario.
Si la urbanización de planeta es inevitable, no queda otra que cambiar el modelo urbano. Avanzar hacia un Territorio Urbano Sostenible más allá de SMART Cities.
Estamos justo ante la oportunidad. La ciudad surgió por los mercados. Después pasó a ser industrial, productora. En la etapa postindustrial, la ciudad es centro de consumo, pero también sigue siendo de producción, ahora en la economía del conocimiento. Es por ello que la urbanización se acelera al estar vinculada al modelo socioeconómico de su época. Pero también es un modelo que provoca el desarrollo de desigualdades. De los 3.500 millones de habitantes que a día de hoy vive en ciudades, 1.100 lo hacen en infravivienda. La diferencia en la esperanza de vida entre unos barrios y otros es de entre 7 y 12 años. En Euskadi, el 90% de la población vive en ciudades. Tenemos un 90 % de nuestro territorio no urbanizado. Es decir, se trata de un territorio urbano compacto. Pero el 31 % reside en zonas vulnerables.
Afortunadamente, la ciudad es una construcción política negociada. Aún estamos aprendiendo a hacer ciudad. Y su oportunidad reside en la ciudad como factor de producción en esa nueva economía. En las ciudades hay una alta concentración de poder de innovación que hay que aprovechar. ¿Hacia dónde sería deseable que fuera? Las previsiones vaticinan que en el 2050 el 80 % de la economía mundial se concentrará en ámbitos urbanos. Y visto lo anterior, podemos concluir que no hay solución ambiental si no hay solución social: lograr una urbanización equitativa y sostenible. No dejar a nadie ni a ningún espacio atrás.
Así, entre los retos de las ciudades podemos mencionar evitar la baja densidad, descalificar el suelo urbanizable no construido y mejorar la eficiencia energética. La ciudad debe dejar de ser un sumidero de energía para convertirse en un generador.
Descalificar suelo urbanizable no construido supone actuar solo sobre el suelo que está ya construido: “Crecer dentro”, dotar de servicios cercanos y reinventar la buena arquitectura. Evitar la dispersión urbana implica intervenir en regeneración urbana para tratar de equiparar esas viviendas ya construidas a las que puedan construirse nuevas.
La cultura de urbanización europea no la podemos echar por la borda. Un dato lo avala: la emisión de CO2 por habitante en EE.UU. es el doble que en Europa.
En cuanto a la eficiencia energética, partimos de una realidad: el 20 % del consumo energético en Euskadi se debe al sector edificado. En Europa representa el 40 %. Pero es que el ¡90 % de las certificaciones energéticas de los edificios construidos están en las tres últimas categorías! E-F-G.
Así pues, la rehabilitación juega un papel vital. Debemos analizar qué puede aportar a la nueva economía y de qué se puede beneficiar de ella.
Un análisis previo
- La ciudad es un fenómeno reciente: el 75 % de la huella urbana tiene menos de 30 años. En Euskadi, en 24 años, de 1987 a 2011, la población ha crecido un 2,6 %. La superficie urbana lo ha hecho en un 29 % y la superficie artificial en un 75 %. Son casi 3.700 hectáreas urbanas más en 24 años (2 Zorrotzaurre al año) cuando la población ha crecido solo en 50.000 habitantes.
- Euskadi consume 52 millones de toneladas de materias al año. El 70 % son importadas y 12 toneladas extraemos aquí.
- Usamos entre 6 y 8 toneladas de materiales por cada metro cuadrado construido. Se generan 0,6 toneladas de residuos, lo que supone el 25 % del total de los residuos generados en Euskadi. De ellos, aún el 26 % sigue siendo de gestión “ilegal” a pesar de que haya ido disminuyendo, pues en el 2009 representaba el 40 %. Avanzar en ello exige buscar la excelencia en el ciclo de vida del edificio.
- Del parque de 1.050.000 viviendas en Euskadi, el 69 % fueron construidas antes de 1980. El 93 % de los edificios son de propiedad privada y el 91,5 % son plurifamiliares.
- Euskadi tiene una factura energética anual de 5.500 millones de euros, con una dependencia del 93 % que debemos comprar al no producir aquí. De ellos, 1.600 millones corresponden al sector residencial. Es decir, cada año debemos comprar 1.500 millones de euros en energía por el sector residencial.
- Se atienden unas 500 viviendas al año en Plan de rehabilitación en cuanto a envolvente térmica. Con estas cifras, tardaríamos 350 años en conseguir intervenir en todo el parque de viviendas a rehabilitar.
Propuestas
Los edificios residenciales representan una gran oportunidad para cumplir los objetivos energéticos y climáticos al tiempo que mejoran el confort y la salud de la ciudadanía.
Para ello, el objetivo principal debe ser descarbonizar el parque inmobiliario mediante viviendas de alta eficiencia energética evitando al mismo tiempo la dispersión urbana. Ello puede cuadrase con una rehabilitación que suponga el 60 % del parque residencial.
Para llegar a estos niveles habría que estandarizar soluciones dado que es imposible alcanzar con soluciones “artesanales” edificio a edificio.
Como líneas de acción concretas, pueden desarrollarse.
- Crear una base de soluciones para la rehabilitación para evitar inventar la misma rueda varias veces en distintos sitios. De este modo el cliente podrá elegir entre varias soluciones estandarizadas. Ello derivará en mayor ahorro económico y en mayor calidad. Para lograrlo, debe promocionarse primero la innovación en la rehabilitación. Más innovación y mejores habilidades para bajar los costes de la rehabilitación. Es decir, movilizar inversión para la innovación que alcance a la economía real dado que la construcción representa el 8 % de nuestro PIB. Entre las ventajas de esta rehabilitación industrializada están el ahorro de costes, de plazos, mayor seguridad… Se estima que serían necesarios unos 52 millones de euros en un plan de rehabilitación global. Solo el sumatorio del retorno fiscal y el ahorro sería superior a la inversión realizada.
- Abrir oficinas locales de información sobre eficiencia energética. El conocimiento general sobre el tema es muy pobre.
- Establecer una gestión energética que permita un ahorro que a su vez vaya a un fondo común destinado exclusivamente a promover la rehabilitación.
- Buscar la excelencia en el ciclo de vida del edificio. Supone una gran oportunidad para ahorrar costes y ser más competitivos. Se estima que es posible lograr un 7 % de ahorro con economía circular.
- Analizar el stock de vivienda construida para generar una metodología propia demostrativa en este ámbito.
- En definitiva, aprovechar la coyuntura favorable actual para consolidar la equidad social sostenible a largo plazo (prepararse para futuras crisis sociales, económicas y medioambientales).
Javier Sánchez García
Coordinador de BERDEAGO